martes, 23 de mayo de 2006

La Leyenda de la Malinche

Cuenta la leyenda que doña Marina, pidió permiso a su amo y señor el Capitán Hernán Cortés, para bañarse en la laguna de Acuitlapilco, (La laguna de Acuitlapilco se encuentra a unos tres kilómetros de la ciudad de Tlaxcala, está formada por las aguas de manantiales, y de las lluvias que recibe de las vertientes cercanas, aunque en la actualidad, ya no tiene la belleza que en el pasado se veía, debido a los efectos del desequilibrio ecológico) cosa que le fue concedida por el extremeño, para tenerla más de su parte.
Acompañada de cuatro esclavas, de las que como ella, habían sido obsequiadas a Cortés por los Caciques tabasqueños, se encaminó a ese lugar, luciendo un huipitl de vistosos colores; en su turgente pecho, pendían las gargantillas de cuentas de vidrio, imitando esmeraldas, turquesas y amatistas, que como valiosas joyas había recibido de Cortés, y que resaltaban su singular hermosura; pues era de broncíneo cutis, pupilas cintilantes, cabellos de azabache, dientes perlados, cuerpo grácil y labios ardientes, como toda mujer tropical.
Una vez que se desnudó, se zambulló en las tersas aguas, sin fijarse que en el lado opuesto de la laguna, la estaban mirando los de Xiloxoxtla, (poblado cercano a laguna de Acuitlapilco), que entusiasmados por su belleza, hasta confundirla con una hada, le pidieron que desencantara a la montaña Matlalcuéyatl, (Malinche o Matlalcuéyatl, son nombres que se refieren a la misma montaña), pero ante esa sorpresa y creyéndose perdida, exclamó: ¡Malinche! ¡Malinche!, y apresuradamente se vistió y regresó de prisa, en tanto sonaban los caracoles y la gente corría tras de ella.
Al tener conocimiento Cortés, ordenó a sus arcabuceros que le prestaran auxilio a doña Marina, cuyo nombre se tornó por el de la Malinche, quedándole también a la preciosa montaña.

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